martes, 21 de septiembre de 2010

Cualquier día en cualquier momento

    


     -Mamá, ya es de día, tengo hambre. (6:59 de la mañana)
     -Voy.
     -Quiero ver la tele.
     -Vale, me ducho y bajo.
     Diez minutos más tarde bajas la escalera con el pelo mojado y poniéndote el reloj, entras en la cocina y empiezas a preparar desayunos, ella en vaso de caña con azúcar, él en taza con cacao, hoy no apetece hacer tostadas, así que pan con mantequilla y magdalenas para todos, mientras se hace el café y pones todo lo de los niños, aunque ella no se ha levantado todavía, pero no le gusta la leche caliente y a él no le gusta tan fría...desayunas buscando algo de tranquilidad, pero empiezas a pensar en qué les pones hoy y en si las toca gimnasia o si tenías que enviar una nota o dinero al cole. Recoges lo del desayuno, por que hoy no llueve y vas al campo y no gusta encontrarse la casa patas arriba cuando vuelves.
     -Lavaros los dientes cuando se acabe el capítulo.
     -Lavaros los dientes cuando se acabe el capítulo, ¿me habéis oído?
     Y diez minutos más tarde...
     -¡¡¡Apagad la tele y lavaros los dientes!!!!¡¡¡Ya!!!!


     -Péinate mientras os hago los bocadillos...
    -Yo quiero chocolate
     -Yo quiero pan blando...
    -Yo batido de fresa
     -Yo también batido de fresa, no, de chocolate.
     -Mamá, no encuentro los zapatos.
    -¡Búscalos!¡Son los mismos de ayer!
    -No están
     -Búscalos
    -¡¡¡Mira, están aquí, donde los dejaste!!!Ven que te hago las trenzas.

     Un rato más tarde, corriendo por la calle hacia el colegio, tiras de uno y de otro par no llegar tarde, ¿tenía el reloj con la hora del colegio?, ¿entrarán hoy a su hora?, aceleras un poco, por si acaso.
     -¡Párate ahí!, ¡no cruces!, ¡Corre!,¡Vamos!, ¡Espera! (más o menos unos diez minutos)
     Cuando llegas al patio del colegio respiras, saludas y observas las evoluciones de las "fieras", unos se empujan, otros se agarran a mamá o a la abuela, otros están quietos en su fila (¡angelitos!), otros juegan a la pelota, corren o dan vueltas alrededor de lo que pillen, que suele ser su madre/padre que con paciencia acaba gritando ¡para ya!...¡Los profes!,¡Por fin!, entran las filas con más o menos orden y sales corriendo hacia la próxima parada...
     Vuelves a casa en busca del coche (como no tiene cinturones atrás no puedes llevar a los niños al cole tú sola en ese coche, así que toca desandar el camino), ya son las 9:15 y te pones en marcha para el campo (por lo menos es trabajo para ti mismo, así que eso da gusto). Llegas y te pones con lo tuyo, en un par de horas has hecho suficiente por hoy (el trabajo del campo sólo achucha en la época de la recolección) y te vuelves a casa.
     Si has tenido suerte y has podido recoger antes de llevar a los niños al cole pues te queda lo que no es tan rápido: suele haber ropa ( para lavar, tender, recoger, doblar y planchar) y cosas que comprar, unas para comer y otras para cualquier cosa, así que tienes la mañana echada en cuanto decides qué hacer para comer y lo haces. Después está lo de: habría que coser estos pantalones, tengo que pintar las ventanas, parece que las fundas del sofá ya están sucias, ¿pinto ya los barrotes de las ventanas o espero a mañana?, tendría que vaciar el mueble de la salita y limpiar las copas, que ya dan vergüenza, creo que hace tres días que no saco el polvo, podría aprovechar y barrer la puerta, no sé cuando fué la última vez que cepillé al perro, creo que ya podría limpiar la terraza, habría que hacer un aparador para la salita ¡vaya ! creo que ya tengo que ir a por los niños, lo dejo para después de comer.
     Y vas a buscar a los niños, que salen hablando los dos a toda voz, uno contando que su seño le ha dado un caramelo y el otro que si hoy han hecho gimnasia o inglés y que tienes que ir al cole por la tarde o que le ha invitado un/a amigo/a a ir a no sé donde, que qué comemos, que eso no me gusta, que yo no como, y empiezan a caminar despacio, despaaacio...
     Y llegas a casa, y a comer, y un rato que si come, que si quito la tele, que si deja el ketchup, que no hay pan hasta que no te comas la mitad del plato, que si tiran el vaso, que se cae un tenedor...y con suerte para las tres han terminado.
     Recoges la mesa o, según lo cansada que estés, te echas un rato, pero no duermes más de diez minutos, que hay que fregar, poner a los niños a hacer los deberes y continuar con la extensa lista de tareas que no sabes por donde coger. Te pones con los deberes y después de una hora de no poder hacer nada más que ver como un niño pierde el tiempo para hacer dos cosas de nada estás tan agotada que no quieres hacer nada más, así que haces la merienda y ya son las 18:30 y sólo te quedan dos horas para bañar a los niños y darles de cenar, así que las aprovechas haciendo pequeñas cosas y arrastrándote esperando que pasen pronto y se acuesten los niños de una vez, que necesitas un rato para ti.
     Y ha llegado, después de hacerlos bañarse, que por fin son mayores para bañarse solos (aunque no siempre), les pones la cena, pero, ¿qué leches les pongo hoy para cenar?, pues pan con queso, que ayer les hice puré y anteayer huevo frito con patatas de bolsa, mañana ya les haré una pizza, hoy ya no me da tiempo.
     A las 21:15 los metes en la cama, rezas con ellos o les lees un cuento y sales pitando para ultimar todos los detalles y sentarte, por fin, a hacer algo para ti misma, aunque poco rato, que estás reventada de día y tienes que acostarte para dormir, que es mejor la cama que el sofá o un sillón delante del ordenador... 




      Este es un ejemplo de mi día a día, hay días mejores, días peores... y siempre, siempre, amanece y se pone el sol (aunque no lo veamos).

     Y agradezco infinitamente la ayuda de aquellos que están a mi alrededor (léase familia y amigos) y, sobretodo, de mi señor esposo que en medio de este día de ejemplo puede aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar para compartir esto una vez a terminada (o aún no empezada) su jornada laboral y su rato de sueño (que no siempre es suficiente).

     Y a esto me refiero cuando digo que no trabajo fuera de casa, pero...
     Tiene que ser muy difícil ser madre y trabajar fuera de casa 8 horas diarias, muy, muy difícil, porque el día sólo tiene 24 horas y no tiene más, por mucho que queramos, así que, de vez en cuando, como no tenemos vacaciones las madres, hay que decir basta, hoy no hago nada y dedicarse un día, o dos, o los que hagan falta, a una misma o nos volvemos locas. (y me refiero a las madres porque soy madre).
     Y ahora me voy a leer y ya dormiré más otro día.

     




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